sábado, 10 de agosto de 2013

Nunca tendré un perro

No. Nunca tendré un perro. Ni un gato. Pero en cambio las aves han tomado posesión de mi casa.
Dos gallinas y una gran familia de golondrinas tienen la culpa.

Las gallinas llegaron tras meses de espera y preparativos.
La ubicación costó un poco decidirla. Y empezar con la construcción del gallinero, también.
Está hecho con palés y restos de madera: 100% reciclado.


Por supuesto las hemos puesto nombre: Cristina y Matilda.

gallinas


¿Y las ventajas de tener un par de gallinas? Muchas.
Lo primero es que ahora tenemos huevos frescos de gallinas sin hormonas ni sometidas a explotación productiva. Y eso se nota en el sabor.
Además las gallinas son consumidoras de restos alimenticios, lo que reduce la cantidad de residuos que generamos. 
¿Y los residuos de las gallinas? Son un buen abono para la huerta, aunque con precaución porque contienen mucho nitrato.

Lo de las golondrinas ha sido más bien una invasión silenciosa. 
Una pareja con sus cinco crías empezaron a dormir en las cuerdas de nuestro tendedero a principio de verano. 
Las vimos hacerse mayores y traer a sus parejas... ¡Hasta veinte han llegado a dormir allí!

golondrinas

Luego una de ellas empezó a construir su nido, incubar sus huevos... y hace tres días que han nacido sus crías. ¡Puedo pasarme el rato embelesada, viendo como la madre da de comer a esas bolas de pluma que sólo saben abrir su enorme boca!

¿Y qué ventaja puede tener que tu patio de luces esté «tomado» por golondrinas? 
Quizás la más grande de todas: ver el milagro de la Naturaleza y la Vida desde la primera fila. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario